Todos los colores son el negro
Por Dante Rafael Galdona
Twitter: @DanteGaldona
Cuando Toni Morrison decide pintar su aldea, el universo se llena de colores. Literatura negra con toda la escala cromática. Color suburbial, color negro, color americano, color mujer.
Cuestión de género
Es común escuchar hablar de que existe una literatura de género femenino y que esa literatura puede ser escrita sólo por mujeres. Basando la existencia de esa literatura femenina en un conglomerado de temas y situaciones que son propios de una perspectiva de la mujer, no hay tal razón para considerar que ese conjunto de obras que se pueden llamar de género puedan ser sólo escritas por mujeres. Es decir, no se forma un conjunto más o menos homogéneo de obras que se inscriben dentro de un género por el lugar que ocupan sus autores en el mundo, sino por el universo significante que representan las obras en sí. ¿Por qué no hablar cómodamente de literatura femenina escrita por hombres, si hasta en el momento íntimo y privado de la lectura placentera de cualquier texto su autor pasa a segundo plano?
Lo que no es tan común es la idea asociada a esta autora de que escribe literatura negra, no policial, sino para negros o desde un lugar de identidad de raza. Literatura afroamericana. Lo dice ella misma. Literatura “femenina y negra” antes que, por ejemplo, contemporánea o realista o fantástica. O de ficción o de investigación. Y otra vez la cuestión del autor. ¿No es “Matar un ruiseñor” literatura negra escrita por una mujer blanca? ¿Qué elemento excluye a esa novela de aquel conjunto de obras de literatura negra?
La cuestión es que la pauta que la misma Toni Morrison nos plantea es que la leamos, antes que nada, desde un perspectiva de género femenino y desde el punto de vista de la raza negra en un contexto histórico determinado más o menos en el siglo 20 y acotado a ciertos límites geográficos de los Estados Unidos. Toni Morrison nos pide que la incluyamos a ella y sus circunstancias en nuestro sistema de prejuicios antes de sentarnos a leer sus libros. Toni Morrison es una mujer negra que parece tener las cosas muy claras acerca de quién fue, quién es, quién quiso ser, de cómo quiere que el mundo la mire, la lea, la comprenda y la cite.
El negro sueño americano
Toni Morrison es una mujer negra que nació en Ohio, Estados Unidos, en 1931, es producto de la educación primaria pública estadounidense, estudió Filología Inglesa y se doctoró en Cornell, además de ser docente en varias universidades como Yale y Howard. Toni Morrison también nos pide que digamos que es una mujer negra, con un universo negro lleno de vida negra que volcó en sus obras, que forman parte de la literatura estadounidense negra y femenina. La música negra de su textos, el hablar negro de sus personajes y la poética negra no escapan a la lógica textual de Toni Morrison.
Su infancia negra la pasó en una época en que ser negro era, básicamente, delictivo, una época en la que el racismo se fudamentaba en la biología, sin tener en cuenta las estructuras de poder que lo creaban, lo comunicaban y lo exigían del resto de la sociedad.
En los años cincuenta, en el aparente cenit del capitalismo, en el momento en que Estados Unidos entraba absolutamente drogado a un sueño americano con ínfulas de eternidad, cuando la mitad beneficiada pedía pastillas para continuar el “sweet dream”, Toni Morrison y el colectivo social en el que estaba inmersa sufría la contracara real de la humillación, la pesadilla de la segregación y la violencia, de la pobreza necesaria que daba alimento al coma inducido, al trance americano, de la vigilia de los negros marginales mirando el paraíso de los otros. Y el capitalismo digitando sueños de unos y vigilias de otros.
Hoy Toni Morrison confiesa que las cosas parecen haber cambiado y los negros le han dado a su país lo mejor de sí, su cultura y su historia, y han penetrado en el entramado actual para fortalecerlo. Tímido ejemplo es Obama, pero ejemplo al fin. Toni Morrison se esperanza en los nuevos aires aunque decide dignamente no olvidar.
La conversión del lector
Toni Morrison no olvida. Olvidar es traicionarse a sí mismo. Para no olvidar, Toni Morrison escribe libros.
Toni Morrison articuló mecanismos creativos para desvestir las estructuras de opresión, ficción pura para devolver viejas ausencias a un colectivo torturado por la historia y el poder de clase y simbolismos literarios para encauzar a su lector hacia la belleza natural de su raza. Y simbolismo es la palabra, porque siempre hay uno que lleva a otro, en una escalera metasimbólica de la que es imposible abstraerse, y así subimos los escalones, cada una de sus páginas, cada libro de su obra, y volvemos a la historia, a sus temas, a su vida. Escalera, espiral, símbolo.
En “Beloved”, publicado en 1987, vemos cómo el santo grial de la propiedad privada mercantiliza a las personas. La mercancía es el negro que sirve, no importa para qué. El que no sirve, tampoco importa para qué, es descartado.
Una madre, mujer, negra, esclava, nos lleva a preguntarnos si no es preferible la muerte de un hijo a cierto tipo de vida. Nos preguntamos si la muerte, en ciertos casos, no es el regalo de la libertad. Y la pregunta nos acompañará, desde ese momento y para siempre.
Toni Morrison tiene la capacidad de pegarse a nosotros, como un ángel negro en el hombro, desde que nos perdemos en cualquiera de sus páginas. Como las de “Ojos azules”, su primer libro olvidado, o “Sula”.
Llegará un punto en la vida en que por fin lograremos hacernos un tiempo, nos sentaremos en el sillón más cómodo, pondremos cualquier disco de Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan, apagaremos las luces y dejaremos sólo una bien tenue para poder leer, abriremos “Jazz”. Al dar vuelta la última página comprenderemos por qué Toni Morrison nos pide que tengamos tantos prejuicios al encarar su lectura, por qué nos avisa de que ser negra y mujer es algo distinto a todo lo conocido. Independientemente de nuestro color de piel, género, edad, gusto artístico y hasta independientemente de nuestra ideología, en ese momento donde la magia de la lectura acabe de terminar y volvamos a nuestra casa, en ese instante desolador de comprobar que no hay más palabras ni páginas, nos levantaremos siendo un ser diferente al que se había sentado, una mezcla de nosotros con una mujer negra estadounidense contemporánea llamada Toni Morrison. Y al fin llevaremos un poco la voz de toda mujer negra que haya vivido esta vida sin importar si ha sido en Harlem o en nuestra casa.